Ahí está esa chispa que le hacía falta a este equipo
Las caras lánguidas quedaron a un lado. Esos mosqueos de antaño que, aunque ganáramos, eran lógicos porque no se veía fluidez ni siquiera un amague de disfrutar con la pelota. No es que el domingo se jugara como Orlando Magic, pero al menos se vio pases, ritmo y saber a qué jugar en cada momento. Eso es virtud de los que estuvieron, de los que han llegado -Aranda y Edu, sabía de antemano que acertaríamos con vosotros- y, por no dejarme a nadie, a un joven Pablo que se colocó en la banda y no se arrugó para dar su visión de cada momento del encuentro que cayó del lado anresista.
El partido no era un camino de rosas. Sonaba presencia de un gigantón chamaco de dos metros y, para colmo, se esfumaban de la convocatoria dos tíos altos -Kiko y Pablo Il Pícaro- y un cuatro que podía dar un poco de guerra como Manolín. Con esos antecedentes, sólo quedaba Iñaki como pivot claro, con Edu como segundo hombre alto, algo que a la postre se demostró que no es mala idea ni mucho menos. El choque empezó con un poco de caraja interna. Y eso que los Chamacos Chingones al final no pudieron traerse a su fichaje estrella por problemas burocráticos, al parecer los mismos que nos han impedido contar con el base Dani. Sin embargo, estos chamacos empezaron dando caña e imprimiendo su ritmo, lo que les sirvio para ganar el primer cuarto (6-7). En esos inicios, Iñaki caía lesionado y, aunque salió en el tercer cuarto, parecía más un fantasma listo sólo para la línea de personal.
Mal andaban las cosas cuando aparecieron los tiradores. Jota y Gallurt se dieron un festín en el segundo cuarto y, cuando fallaban, ahí estaba Edu para, como Carpanta, sumar y sumar. Claro festín del Anres, que metió 18 puntos como el que no quiere la cosa y mató el partido (24-14). Tras el descanso, llegaría una jugada que determinaría por completo el choque: falta pitada que Manu, de Chamacos, cree que no es, protesta airadamente y se lleva la técnica y, al persistir en sus protesta, se lleva la descalificante. Rompiendo una lanza a su favor -veo en la web chamaca que se le ha dado mucha caña- habría que decir que el resto del equipo tendría que haber parado su ímpetu y más si lo conocen, porque el hecho de que se llevara el balón del partido (es suyo y es normal) y su ficha puede acarrear una sanción que podría dañar al colectivo.
La cuestión es que esa situación hundió a los Chamacos, pero también relajó en exceso al Anres, que se dejó llevar en muchas fases del partido y perdió esa chispa que se había visto al final de la primera mitad. Tal vez si se hubiera suprimido el último cuarto no habría pasado nada. En todo caso, la lectura es positiva, pues ya son dos de dos y la imagen mejora por partido -no por entrenos, por supuesto-. Ahora toca unas Vacas Sagradas que el domingo a las 12.30 horas vendrán a por todas para ganar el partido y, de paso, dedicárselo a su compañero Edu, que ha anunciado esta semana que deja el conjunto vacuno y cambiará de aires. Trataremos de impedirlo.
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