Érase una vez una ciudad cultivada a base de patadas a un balón y paradas. Una ciudad que se dirimía con goles entre Nervión y Heliópolis, pese a que décadas atrás ya había intentos para sortear esa hegemonía del llamado deporte rey (ya habrá momento y lugar de hablar de todos ellos, que la historia del baloncesto sevillano no nació hace 25 años ni mucho menos) y mirar a un aro con redes. Tras años de intentos con menor o mayor éxito, emergió en verano de 1987 el sueño de unos pocos sevillanos: un club de baloncesto, Clubasa, después de tratar de adquirir los derechos del RCD Espanyol, compraba la plaza de Dribling de Madrid y se instalaba en el segundo escalón del basket federado: la Primera B, donde competían 28 clubes para ocupar una de las dos plazas de acceso a la ACB.
Lo curioso del caso fueron algunos nombres conocidos que iniciaron esta andadura. No hablaré de Miguel Ángel Pino, entonces presidente de la Diputación y artífice de la compra de los derechos el 8 de junio de 1987, ni de su amigo personal Guillermo Sierra. ¿Sabéis quién es José Luis Sáez? Sí, el presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB). Pues fue él quien se encargó, una vez formalizada la compra, de ser el ojeador e iniciador de los fichajes que engrosarían la primera plantilla de la historia del Caja San Fernando: Quique Azcón, Toño Martín, Javier García, Terry White, Marc Crow, ... pondrían en marcha este proyecto, que empezó a carburar quedando tercero en el I Torneo Internacional de Sevilla, donde ganó al Aris de Salónica (81-87). Mientras, en el banquillo (a veces de primero y otras de segunto) estaba sentado un jovencísimo Leo Chaves, que no obstante conservaba esa frondosa barba de la que sigue haciendo gala.
El Caja San Fernando nacía y en ese mes de septiembre -de hace 24 años- debutaba en Andorra con derrota (94-90) y luego tropezaba de nuevo, ya en casa, ante el Askatuak (78-83), en ambos caso fruto de los nervios. En ese partido en casa, se notó que éramos unos novatos: el equipo era un flan y ni los marcadores electrónicos funcionaban, para enojo de los 2.100 espectadores que llenaban las gradas del Palacio de los Deportes de Sevilla. Pero sólo era un periodo de adaptación. La primera victoria llegará el 23 de septiembre, ante el Feiraco (97-74) y con una colosal actuación de Terry White, con 33 puntos. Ahí empezó una escalada que dejó al club en el quinto puesto en la primera vuelta, aunque después caería a la novena a la final de la liga regular.
Ese fue el germen que después cogió Alberto Pesquera para subir a la ACB, lugar que no ha dejado desde hace más de 20 años. En su historia ha cambiado mucho de colores (rojo, verde, negro, azul y ahora magenta), pero siempre se ha mantenido en la élite y bien arropado por un patrocinador que nunca le ha dado la espalda. Este jueves 29 de septiembre, entre la resaca de Unicaja y el fichaje de Tepic, el ahora Cajasol celebra el inicio de los fastos por sus 25 años de existencia. Allí estará el bigotudo Marc Crow, pero también nombres conocidos de la afición cajista: Rafa Monclova, Nacho Azofra, Carlos Montes, Chus Llano, Chinche Lafuente, Quique Azcón, Quique López, Mike Smith, Benito Doblado y, como no, el gran Raúl Pérez. Y, sobre todo, una afición que todavía sigue creyendo en este cuento de hadas. Colorín, colorado, que el balón siga botando.
Ese Caja, oe!!!
ResponderEliminarAunque hace siglos que no soy abonado, siempre recordaré esos cuatro años en los que pude disfrutar de aquella final ACB de Asa Petrovic, y vi jugar a James Donaldson, je je.
Tendría que venir Dan Biggenheimer. Ese sí que era un crack. Qué recuerdos!!!!
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