
La comunidad del donut
Unos donuts que los unirán a todos. Así quería empezar esta crónica, algo alocada pero a la vez cargada de sensatez y elogios hacia este grupo de jugadores, anresistas todos. A las 10.20 horas del domingo concluyó el partido, y nuestro Frodo particular -que no Olsen-, Marcos Herrera, sacó de su mochila un presente para todos: el sabroso manjar de unos paquetes de donuts para saciar el rugir de vientres matutino. Lo que no esperaba el intrépido Marcos es que acudiría tanta gente. En otro tiempo, los donuts habrían sobrado por doquier. Pero es que este equipo, con sus carencias que las tiene y muchas, tiene algo que nadie le podrá arrebatar: compañerismo... bueno, y mucha hambre.

Compromiso es lo que se vio en la cancha, que luego vino acompañado con, al menos cierta saber estar en el partido. Al otro lado, un equipo que no ha tenido buena suerte. A Los Humildes les ha tocado el horario más infame de la competición -sólo superado con jugar a la misma hora pero con una cancha sin techar- y el cúmulo de derrotas tampoco ayuda a que la plantilla aparezca en masa. Se presentaron con cinco componentes y bregaron como nadie hasta que, ya por debajo en el marcador, se quedaron con cuatro por la expulsión de su pivot, al que le costaba hacer frente ante tantas opciones de juego interior de los anresistas.
Los Humildes podría haber parado definitivamente el partido con posesiones largas. Pero optaron por el harakiri baloncestístico. A cada robo corrían como condenados, algo digno de elogiar. Y el CB ANRES, que ya había cambiado su defensa de individual a zona, se contagió en ese correcalles que terminó por matar el partido, ya que aunque cuatro corran por diez, siguen siendo cuatro y el otro cinco. Por eso, sólo remarcar el resultado (42-66), que se asemeja mucho al de la primera vuelta y esperar la llegada el próximo domingo de uno de los aspirantes al ascenso, Anima Vitae. Por tanto, toca ser jueces de nuestra liga.

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